Dice la sabiduría popular que “con la palabra, el hombre supera a los animales, pero con el silencio se supera a sí mismo”.
En el mundo del deporte, el cuerpo se entrena constantemente: fuerza, resistencia, velocidad, técnica. Sin embargo, uno de los aspectos más determinantes, y muchas veces menos atendidos, es la mente. En específico, la capacidad de silenciarla en los momentos clave de la competencia puede marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Cuidado, silenciar la mente no significa dejar de pensar, sino calmar el ruido mental que interfiere con el rendimiento y la presencia plena en la acción.
Empecemos por una base; partamos de la idea de que ruido es todo obstáculo que interrumpe la comunicación. Éste puede ser auditivo, visual o mental. Ahora sí, ¿qué significa silenciar la mente? Me refiero a la posibilidad que tenemos los seres humanos de aquietar los pensamientos innecesarios, las dudas, las distracciones y el diálogo interno negativo que puede surgir antes, durante o después de una competencia.
Se trata de entrar en una fase de concentración total, donde sólo existe el presente, el cuerpo, el movimiento y la acción. El estado del que hablo es conocido por muchos atletas como “la zona” o “flow”: Ese momento en el que todo parece fluir sin esfuerzo y ni siquiera te das cuenta del transcurrir del tiempo.
Sucede que el ruido mental es uno de los principales enemigos del rendimiento; este ruido puede asumir muchas formas: preocupaciones sobre el resultado, pensamientos autocríticos, comparaciones con los rivales, miedo al fracaso o recuerdos de errores pasados. Este tipo de pensamientos consume energía mental, desvía la atención y genera tensión física que puede afectar la precisión, la toma de decisiones y la confianza del atleta.
Un deportista que se deja llevar por su diálogo interno negativo seguramente va a perder el enfoque, cometerá errores evitables o incluso abandonará mentalmente la competencia antes de tiempo. Por el contrario, quienes aprenden a silenciar su mente acceden a una claridad mental que favorece reacciones más rápidas, movimientos más fluidos y una mayor conexión durante la competencia.
Ahora bien, ¿cómo puedo cultivar el silencio mental? Seamos realistas, silenciar la mente es retador para nuestros cerebros y organismos; incluso podríamos ser adictos a la dopamina, adrenalina o cortisol; situación que detonará pensamientos intrusivos. Sin embargo, se puede entrenar como cualquier otro aspecto del rendimiento deportivo. Te comparto cuatro estrategias eficaces:
Mindfulness y meditación: ayudan a desarrollar la atención plena y la capacidad de observar los pensamientos sin dejarse arrastrar por ellos. Está comprobado que el cerebro de una persona de 50 años y más que practica la meditación tiene el mismo volumen de masa gris que el cerebro de un joven de 20 años.
Visualización: reproducir mentalmente situaciones de competencia ayuda a familiarizarse con escenarios de presión y a reducir la ansiedad anticipatoria. Recuerda que el cerebro no sabe qué es realidad y qué no; así que para tu cerebro el éxito ya sucedió.
Respiración consciente: respirar de forma lenta y profunda antes y durante la actividad ayuda a regular el sistema nervioso y a centrarse en el presente. Toma en cuenta que la respiración profunda y lenta activa el nervio vago; este es un nervio inhibitorio que desacelera el corazón y permite que el individuo se calme.
Mantras o anclajes mentales: frases breves o palabras clave pueden actuar como interruptores para reenfocar la mente cuando se dispersa. También son muy útiles ciertos movimientos como un apretón del puño, tocarse la nariz o el hombro. Es importante que el anclaje lo puedas hacer durante la competencia, aunque tengas al rival encima.
Muchos atletas de élite hablan abiertamente sobre la importancia de entrenar la mente. Novak Djokovic, por ejemplo, ha compartido cómo la meditación y la respiración consciente han formado parte esencial de su preparación. Michael Jordan, conocido por su enfoque inquebrantable, trabajó intensamente en su mentalidad con el psicólogo deportivo George Mumford. En cualquier disciplina la conexión mente-cuerpo es esencial, el silencio interno es casi un requisito para alcanzar la excelencia y la paz interior.
Dicen los sabios que en el deporte el cuerpo es la herramienta, pero la mente es el timón. Silenciarla no es apagarla, sino aprender a usarla con sabiduría. Cuando el atleta logra estar plenamente presente, sin ruido mental, sin pensamientos intrusivos, su rendimiento alcanza nuevas alturas. Entrenar la mente para el silencio no es un lujo; es una necesidad para quienes buscan además de competir trascender en su disciplina.
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