Liga MX: millones largos, mentes cortas

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Se ha hablado mucho de lo mediocre que puede llegar a ser la Liga MX en el ámbito deportivo y competitivo; pues en lo económico la danza de los millones resulta más que exitosa. Sin embargo, ¿qué tanto podría afectar el rendimiento mental de los jugadores que la integran?

Un cerebro motivado, en un entorno altamente competitivo, tiene más desarrolladas las variables psicológicas deportivas y, por lo tanto, más posibilidades de éxito a nivel club y selección que un cerebro en exceso recompensado y falto de foco.

Para empezar, el factor económico impacta en el desempeño del futbolista y no siempre para bien. A simple vista hemos sido testigos de jugadores que se cuidan más por intereses publicitarios que por el compromiso y la lealtad que puedan llegar a tener con sus equipos o selecciones.

Jugadores que pierden el piso por la fama y el dinero es el común denominador en una Liga MX donde un equipo de media tabla puede llegar a ser campeón. Es obvio que un futbolista de divisiones inferiores como la Liga de Expansión o la Premier tiene ingresos infinitamente menores a los del máximo circuito; incluso he sabido de futbolistas en la Premier que han jugado gratis un par de temporadas (un año), bajo la promesa de firmar contrato.

En las mencionadas ligas inferiores la mente está más enfocada en un objetivo deportivo y, por ende, competitivo; pues el hambre de llegar a un circuito máximo les motiva y les obliga a estar más concentrados en su desempeño físico y mental.

La atención, la coordinación visomotora, la conducta competitiva, la auto eficacia física, el locus de control deportivo, la motivación, la atención, el estrés, la ansiedad y la confianza, entre otras, son variables que suelen descender cuando el cerebro está más enfocado en cualquier otro objetivo que no sea el deportivo.

Así, la mente de un jugador en la fase final de la Liga MX resulta menos resiliente ante escenarios contrarios. De tal forma que hay altas posibilidades de que un equipo como América, que viene con una racha impresionante de triunfos, pueda perder los partidos decisivos como ya hemos visto en torneos pasados.

El no tener una mente entrenada y enfocada a las metas deportivas es garantía de un bajo rendimiento que seguramente costará muy caro, tanto al futbolista como al club. Para muestra un botón llamado Alexis Vega. En su regreso a la cancha poco o nada fue lo que aportó en cuanto a fútbol.

Me atrevo a decir que la amígdala cerebral y la Red neuronal por defecto le jugaron una mala pasada. Es decir, una pésima gestión emocional y un exceso de mente o diálogo interno mostraron a un Alexis falto de creatividad e inoperante. ¿En qué cabeza cabe mandar a un jugador en tal estado mental a tirar un penal? ¿Pretendían que así cobrara confianza y sintiera el respaldo de su club? ¿Que se reconciliara con la afición?

Todo aprendizaje tiene un costo; Chivas pagó con la derrota, aunque lo más costoso es no aprender y tropezar con la misma piedra. Pumas lo agradece.

En resumen. las malas decisiones deportivas al interior de los equipos, así como el sistema de competencia de la Liga MX dejan de lado los factores psicológicos que en cualquier atleta deben ser prioritarios. En una liga de fútbol donde los equipos medianeros tienen gran oportunidad de coronarse, mientras que los cuadros que han mostrado mayor rendimiento pueden quedar fuera por un error o por los mismos tecnicismos de la competencia, el cerebro del deportista se vuelve el escenario más descuidado. Un territorio donde se libran las verdaderas batallas y el rival a vencer es uno mismo, en la parte final de la competencia suele ser el lugar más descuidado.

Ahí está un Tigres vs América sin pena ni gloria, sin color. Que tiene el sabor a que se jugó desde el miedo; desde el deseo de reservarse para los encuentros decisivos. Ser medianero, cumplir con lo básico. Actuar desde el temor a no ser cada vez mejor que la última versión mostrada. Reservarse como estrategia. El verdadero objetivo de la Liga y de los clubes: millones largos, mentes cortas.

Así, el inner game, ese juego interno, como lo llamara Tim Gallwey, es el fiel de la balanza que decidirá quién será el próximo campeón de la Liga MX.

#palabradecoach

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