“Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”. Esta frase de Ramón y Cajal, el padre de la neurociencia, nos invita a la maravillosa oportunidad de tallar nuestras vidas en pro de mejorarlas. Mente y cerebro conforman el cuartel central donde se diseña el presente continuo. ¿Qué tipo de futuro inmediato estás generando en este instante?
Tomar buenas decisiones, generar nuevos hábitos, hackear el cerebro, lograr metas; estamos en un ritmo de vida que de manera simplista exige y promete el éxito como si fuera algo que se pudiera fabricar con una sencilla fórmula y en un corto plazo. En la Internet abundan los gurús que te dan recetas mágicas para poder alcanzar la plenitud; sin embargo, en el ámbito del desarrollo humano, la psicología, la filosofía, el coaching y la neurociencia aplicadas al deporte no existen los caminos cortos.
Ya sea que se trate de liderazgo, tomar decisiones de calidad, mantener la concentración o cualquier variable psicológica, el trabajo que hay detrás es un camino que se debe seguir con base en un proceso. No es el tiempo el que transforma todo a nuestro alrededor, somos nosotros con nuestras decisiones y nuestra capacidad de crear quienes generamos un nuevo observador y concepto de realidad.
¿Qué te gustaría esculpir en tu cerebro? Es decir, ¿qué cosa que no eres y no haces aún, te gustaría lograr? Esta es una pregunta de partida. En ocasiones está en nuestras manos diseñarla y en otras la vida misma nos la impone. Y este es el momento en el que aparece la primera gran pared de fuego: no todo el mundo está dispuesto a pagar el precio para mejorar, para sumir el error y el aprendizaje como parte del camino.
Marco Aurelio decía “lo que se interpone en el camino se convierte en el camino”. Coincido, todo es parte de ese andar. Muchos quieren esculpir su cerebro; o sea, lograr metas, trabajar sobre alguna de las variables psicológicas deportivas; pero no a todos les alcanza. Uno de los primeros retos para esculpir cerebros hoy en día en los atletas es que ya no ejercitan el pensamiento crítico sobre lo que están leyendo de su entorno deportivo, ya sea en los entrenamientos o en la competencia.
Aquí hay un gran problema, muchos entrenadores piensan que los mejores deportistas son aquellos que repiten la información tal cual se les ha dado; y está bien seguir instrucciones, dominar las bases de todo deporte; pero llega un punto en el que todo atleta necesita imprimir su propio sello al proceso. El mejor atleta es el que resuelve de manera más creativa los retos durante la competencia, pero ¿cómo lo podrá lograr si es que actualmente las personas, jóvenes y no tan jóvenes, no cultivan su cerebro?
Hoy se consume información, pero no se piensa de manera crítica sobre la información que se está consumiendo. Sólo se asume, se da por hecho y se repite. La información ya no se procesa. Todos somos responsables de lo que entra en nuestros cerebros y de cómo permea en nuestras mentes y viceversa. Así, el primer requisito para esculpir una nueva meta en nuestros cerebros es convertirnos en buenos escultores. Qué gran reto. Para algunos tendrá un alto costo.
Los griegos decían: “No soy como soy, sino como estoy habituado a ser”. Los hábitos son otra pared de fuego que es necesario pasar. De un abanico de opciones el cerebro siempre va a escoger a la que está más habituado, la de mayor dopamina. ¿Qué pasa entonces si ese hábito implica el no pensar; en no ser capaces de generar un pensamiento crítico respecto a la información que rodea al atleta?
Hay tres niveles de aprendizaje: 1.- Acción, resultado; 2.- Paradigma, acción, resultado y 3.- Identidad, paradigma, acción, resultado. En este último se encuentra el escultor. La identidad es un ingrediente secreto que escapa a muchos falsos escultores. Si yo tuviera diez años, ¿cómo me describirías tu identidad?
#palabra de coach