El contrincante eres tú

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Un encuentro deportivo primero se pierde en la mente, luego en la cancha y termina por subir al marcador. Obviamente, el cerebro es un gran protagonista en esta situación. Un excelente ejemplo es Pumas ante Monterrey el domingo pasado en el partido de vuelta en los cuartos de final. ¿Qué sucede en la mente y cerebro de un equipo cuya defensa fue una de sus principales fortalezas durante el torneo y termina siendo, en el momento decisivo, su peor debilidad? Hay distintas variables que dan respuesta a esto, por ahora sólo haremos una aproximación.

Pumas no perdió ante Monterrey; perdió ante sí mismo. La mente de los universitarios parecía en un inicio un mar en calma, pero tenía fuertes corrientes internas que fueron siendo cada vez más evidentes. Todas las variables psicológicas, todos los estilos de afrontamiento en el deporte se hicieron añicos error tras error; parecía que se empeñaban en que cada falla fuera peor que la anterior.

El implacable juez interno

El lenguaje no es inocente. Cada acción en un encuentro deportivo dice mucho de lo que ocurre en la mente del deportista. Mientras observaba el encuentro de Pumas vs Rayados pensaba en primer lugar en la corteza cingulada de los cerebros del cuadro bajo de los Universitarios. Sucede que esta parte del cerebro es clave para analizar los errores; también nos permite evaluar beneficios y conecta las emociones con nuestra parte lógica. En otras palabras, este es el centro para tomar decisiones estratégicas e inteligentes y también para una adecuada resiliencia, pues nos permite adaptarnos a los desafíos que se presentan en el encuentro deportivo.

La corteza cingulada de Pumas, principalmente del cuadro bajo, fue una de las principales protagonistas en la derrota de los felinos. Era evidente que no podían evaluar las consecuencias de sus acciones: balones perdidos en la media cancha que terminaron en gol en contra o un tibio pase de la defensa al portero que interceptó la delantera de cuadro visitante y acabó en gol. Jugadas que no son dignas de un equipo que pelea por un campeonato.

¿Sabías que la corteza cingulada nos permite monitorear conflictos, detectar errores y guiar la atención hacia otras opciones más importantes para la meta deportiva? Pues bien, como pudimos ver, todo lo contrario ocurrió a Pumas. Y es que la mencionada corteza cingulada es como un juez, que, si no juega a tu favor, obvio, juega en contra.

El cuadro universitario tampoco pudo analizar el costo-beneficio ni el costo-riesgo de sus decisiones en la cancha. Algo aparentemente inofensivo como entregar balones en pases interceptados o soltar marcas fue sumándose a una cadena de errores que terminaron por reflejarse en el marcador en contra. Monterrey solo fue aprovechando los sorprendentes regalos de un Pumas inoperante. Eran evidentes los jugadores que sí estaban comprometidos y los que sólo pretendieron estar involucrados.

La corteza cingulada también está involucrada en detectar las alternativas posibles y desde aquí es que elegimos la que consideramos más adecuada. En este sentido, los delanteros de Pumas jugaban un partido distinto, más enfocados, generando variantes, haciendo presión alta para recuperar el balón en zona de ataque o al menos para que Rayados no pudiera salir cómodo.

Esta zona del cerebro también está involucrada en la regulación de la motivación; así que la dopamina, adrenalina y serotonina universitaria fue menguando. Cuando perdieron dopamina actuaron desde el “tengo qué” y no ya desde el “quiero lograr”; así que se fueron presionando cada vez más. Después perdieron adrenalina, no obtenían resultados, carecían de foco, la concentración se diluía fácil y comenzaron a bloquearse mentalmente. Por último, perdieron serotonina, ya no perseveraron en el logro de sus metas y no tuvieron energía para sostenerse en el camino del triunfo. Se rindieron.

Ni la mente ni la corteza cingulada de Pumas les permitió mantenerse en la persistencia ante los desafíos. Las emociones fueron más protagonistas que las decisiones lógicas; por ello no pudieron optimizar las decisiones deportivas para adaptarse en los momentos adversos.

La corteza cingulada, ese juez implacable del cerebro, y la mente descontrolada de Pumas pusieron el punto final a una temporada que esperanzó a la fanaticada universitaria. Reza un dicho: “si te esfuerzas y consigues, cree. Si te esfuerzas y no consigues, puedes creer (pero considera que quizá ese camino no es para ti). Si no te esfuerzas y consigues, no creas.

#palabradecoach

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