Creencias de dolor en la alta gerencia

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Te has preguntado ¿cuál es ese personaje que va a trabajar, que debe tomar decisiones estratégicas, seguir y dar instrucciones, que asume riesgos y que debe verse como un súper héroe o una máquina que no tiene derecho a equivocarse ni a sentir, ni a soñar y ni ser escuchado?

Esta es la soledad desde la alta gerencia, un escenario en el que parece que deben habitar los dioses del Olimpo, pero está integrado por seres humanos llenitos de estrés y, muchas veces de incomprensión.

Parte de la problemática es que vivimos, al interior de las empresas, un mecanismo que premia la obsesión por lo rápido y perfecto. Un paradigma en donde no parece estar contemplado el término “fracaso”.

“Estoy aquí para dar soluciones y no fallar.” “Mis colaboradores no eme entienden; no sé cómo comunicarme con ellos.” “No confío en mis colaboradores, por más que les digo cómo deben hacerse las cosas, terminan haciendo otra.”

Las anteriores son declaraciones de las más frecuentes que me han dicho en algunas empresas; la incomunicación entre la gerencia y los colaboradores genera una especie de muralla infranqueable.

En una ocasión, un gerente lo describió así: -Es como estar encerrado en una torre del silencio, te oyen, pero nunca te escuchan y terminan haciendo algo que no pediste.

¿Por dónde empezar a dar solución a estas situaciones? Muchos de los gerentes me pedían trabajar con sus equipos; sin embrago, el cambio inicia por uno mismo, aunque parezca trillado o libro echelegnista de autoayuda.

Uno de los puntos clave es trabajar en el sistema de creencias del gerente. La primera tarea que les dejo es: ¿cuáles son las tres principales creencias que te rigen en la vida? Luego de identificarlas, valida su fecha de caducidad; es decir, ¿aún son funcionales en tu vida?

Lo más seguro es que ya no debas habitar en ese sistema de creencias obsoleto; es una vieja versión de ti que sólo te convierte en un fantasma y, lo peor, es que la persona que toma las decisiones estratégicas eres tú mismo en una edad emocional de hace 10,15 años o más.

Imagina a una gerente de 55 años tomando decisiones desde una emoción que lo remite a una edad de 15 años.

Las personas comúnmente repetimos ciclos de dolor en nuestras vidas y desde aquí tomamos decisiones. Una de las creencias de dolor más comunes es la típica: “No soy suficiente.” Está relacionada con el sentido carencia.

Hay gente muy próspera que sólo acumula y acumula sin que pueda sentirse plena. Puede estar relacionado con la falta de reconocimiento por parte del padre; como sabiamente dice la numeróloga y biodescodificadora Telly Cunningham, “La madre nos da la vida, el padre, la salva”. Y claro, porque la figura paterna da estructura, límites, disciplina.

El sentido de carencia se ha instalado en las más profundo del ser. Seguramente la persona ha convivido con ella por más años de los que imagina. Del “no ser suficiente” suele derivarse la siguiente creencia dolorosa: “El éxito y mi permanencia en la empresa depende de mis logros”.

Cierto; la gran mayoría de las empresas hacen múltiples evaluaciones para determinar el rendimiento del personal. Resulta inevitable.

Sin embargo, el reto no está en el assessment que la empresa aplica; el reto es interno; cuando la persona cree que no es suficiente buscará llenar dicho vacío de insuficiencia con metas y altas expectativas.

Un gran nivel de autoexigencia se genera entonces. ¡Cuidado! A simple vista podría parecer sano autoexigirse y tener expectativas altas; pero no es así cuando se hace desde el “no soy suficiente”, desde la carencia, el vacío y desde pretender el lograr un éxito como forma de evitar el fracaso.

¿Qué resulta mejor: éxito como forma de jugar a no perder, donde los resultados son la salvación; o éxito como estrategia de jugar a ganar? La neuroquímica en ambas situaciones es muy diferente.

En el primer escenario está gobernado por la emoción, por el miedo, por un instinto de conservación. El segundo, está gobernado por el córtex prefrontal y la lógica.

Claro, recordemos que las emociones siempre estarán ahí, aunque tomemos la decisión más lógica. Eso no lo podemos evitar; pero sí podemos ser más activos que reactivos.

#palabradecoach

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