Creer en uno mismo se ha convertido en promesas de mercadotecnia; de muchos gurúes que te brindan la receta mágica.
Es uno de los “puntos de dolor” del mercado actual. Sin embargo, más allá de los mercados y las cifras, ahí, abajo, cerca de las raíces, parafraseando al poeta Mario Benedetti, están seres humanos, con nombres, apellidos, familias, historias personales, sueños y deseos. La autoconfianza es más que un artículo de compraventa.
Hemos normalizado el sentirnos inseguros en la vida, al cerebro humano le gusta saber que todo está bajo control; con base en un set de los mismos pensamientos actuamos en el día a día sin poder salir de nuestros bucles mentales. ¿Pero qué pasa si la vida nos arroja a un nuevo escenario?
Los retos nos salen al paso cada día y se necesita autoconfianza para navegar los nuevos mares. ¿Qué tan alcanzable es? La respuesta es tan variada como historias de vida y personas hay.
Sucede que en nuestra cultura nadie nos enseña a defender nuestras propias ideas, hay quien piensa que la propuesta ajena es mejor que la personal, nacen comparaciones; entonces suele surgir la declaración de “No estoy a la altura de esto”.
En el deporte y la vida es igual; los pensamientos catastróficos autocumplidos pueden tomarnos por asalto en cualquier momento.
El defensa central de un equipo de Primera División en México, experimentado, en un momento excelente de su carrera, me dijo: “Creo que ya no soy un buen defensa”. ¿A dónde se fue su autoconfianza? ¿Qué le pasó a su autoestima? Todo el mundo veíamos lo contrario, pero él, ya no creía en sí mismo.
La autoconfianza es primordial para experimentar una sensación de bienestar y éxito en la vida. El triunfo está al otro lado del miedo, dice la sabiduría popular: y sí, pero también debemos recordar que somos seres emocionales y hay que ser benevolentes con nosotros mismos. Cosas importantes suceden cuando nuestro sistema de creencias empata con la autoconfianza.
En otras palabras, si fueras un ave, ¿confiarías más en la rama que te sostiene o en tus propias alas?
La respuesta correcta son las alas, ciertamente. Y en este caso más que de autoconfianza en tus alas, estamos hablando de autoeficacia; es decir, de la creencia de una persona en su capacidad para alcanzar metas y superar los desafíos.
El concepto fue desarrollado por el psicólogo Albert Bandura en la ya lejana década de los años 70. ¿Qué piensas sobre tu propia capacidad para lograr lo que pretendes?
De la respuesta se va a nutrir tu seguridad, más allá de las creencias limitantes. Implica poner foco en el autoconocimiento de tus fortalezas, más que en la idea repetitiva de tus debilidades o áreas de oportunidad.
¡Cuidado! Uno de los mitos reza que la autoconfianza es estar completamente seguros. Nada más falso que eso. Recuerda esta regla de oro: la confianza es una consecuencia de la acción y no al revés.
Uno de tus aliados es la neuroplastía de tu cerebro. Aprender para lograr algo nuevo alimenta el sentido de seguridad y confianza. Crearás nuevas redes neuronales. Otro tip es: ¡tira a gol! Atrévete aún con miedo y con inseguridades. Pruébate en ese equipo que has pensado; solicita la beca para tu licenciatura o maestría que te harán más profesional.
Di sí a aprender otro idioma; pero hagas lo que hagas recuerda controlar tu amígdala cerebral y tu autodíalogo negativo. El miedo es una emoción que nos salva la vida, pero también nos aleja de nuestros sueños cuando no tiene fundamentos.
Va un tip más. Analiza el éxito de los demás como un referente y no como un logro que no puedas realizar. Si te cachas en sentimientos de envidia y enfado, el camino es pasar de lo “furioso” a lo “curioso”.
Sólo es el cambio de una letra en la palabra, pero habitar mentalmente en un entorno creativo te permitirá ver y establecer más opciones.
Un último tip. Define específicamente tus metas y pon atención de dónde partes hacia ellas. Genera tu mapa; ¿cuáles serán tus referentes? ¿Quiénes conformarán tu red de apoyo? ¿Qué conversaciones pendientes hay y con quiénes? ¿Qué habilidades tienes y cuáles debes desarrollar? Es mejor si generas una meta SMART: específica, medible, alcanzable, retadora y con una fecha límite.
¿Y tú, qué tanto confías en tus alas, en tu autoeficacia?
#palabradecoach