¿Es posible generar nuevos hábitos de pensamiento? ¿Qué tan retador es para nuestros cerebros? ¿Qué tan fácil o difícil es pensar diferente? Y lo más importante, ¿para qué me sirve pensar diferente? ¿Por qué es tan difícil lograr mis propósitos?
Inicia el año nuevo y con él vienen los típicos propósitos. La mente “echeleganista” nos envuelve en el pensamiento mágico donde todo parece tan fácil como dar un click en alguna red social. Y es que “ahora sí voy a bajar de peso”; “ahora sí comeré saludable”; “ahora sí saldré a correr”, “ahora sí ahorraré”; y después, desde el personaje de un sedentario de alto rendimiento, la mente buscará atajos: los productos milagro que vemos en televisión o Internet y que prometen el paraíso aparecerán como un camino donde se obtienen logros sin esfuerzo.
¡Patrañas! Si quieres un cambio éste vendrá a través de una ruta de esfuerzo, de motivación inicial con un propósito definido, de disciplina, de altibajos, de un mar de emociones a veces retador, a veces calmado. Si estás dispuesto o dispuesta empecemos por unas preguntas: ¿cuál es el propósito de tu nueva meta? Es decir, ¿para qué quieres lograrlo? ¿Qué crees poder sostener de ese cambio en tu vida? ¿Qué transformación en tu identidad implicará tu nueva meta y la incorporación de tus nuevos hábitos de pensamiento?
Toma en cuenta que el único camino para lograr algún propósito de año nuevo es cambiar tus hábitos de pensamiento. Vas a estar en una constante negociación con tu cerebro; por ejemplo, cuando te enfrentes a un delicioso pastel o a una tarde de maratón de películas puedes empezar por hacerte consciente de esa situación y preguntarte: ¿este sistema de pensamiento me es útil o ya no me sirve más para este momento de mi vida?
Quizás esa forma de pensar te sirvió en un pasado; pero ya cumplió su función. ¿Qué ya no quieres pensar más y qué nuevos pensamientos deberás integrar? Toma en cuenta que tus actuales hábitos de pensamiento segregan una neuroquímica a la que ya te has acostumbrado o mejor dicho “habituado”. El nivel de dopamina de tu mindset actual será uno de los rivales a vencer.
Parece simple, pero una de las batallas más intensas se da en nuestros diálogos internos; éstos nos pueden abrir muchas áreas no conocidas. Te hablarás de tu identidad, de tu motivación, tal vez empieces establecer nuevos procesos y te darás instrucciones; o vengan a tu mente algunas profecías catastróficas autocumplidas; te dirás: “es difícil cambiar; no podré”. Concedido, entonces no podrás, al menos que la negociación con tu mente y cerebro sea la adecuada.
Entonces, en esa negociación vendrá una conversación disociativa; habrá voces del “sí es posible” y del “no es posible”: “Mejor abandona, tú no eres para esto”. “Ve paso a paso; apenas estamos iniciando”. En este escenario lidiarás con tus miedos, pero también tendrás la oportunidad de encontrarte con tus fortalezas, con tu sentido de fe, esperanza y autocuidado. Podrás pasar a otro nivel de consciencia. Toma en cuenta que tu concepto del Yo está en constante reconstrucción.
Y en algún momento pasarás a la conversación imaginaria con otras personas; tu entrenador, tu médico o esa persona importante a la que le cuentas de tu vida. ¿Qué historia le contarás? ¿Qué dudas te asaltan? El imaginar la conversación te dará seguridad y podrás tener más calma para hablar de lo importante, asimilar datos, instrucciones, plantear nuevas rutas de avance, etcétera.
Pero cuidado con tu voz enemiga, esa conversación interna en la que sobre analizas sin tener bases: “¿Y si me lastimo al hacer ejercicio?” “Yo no me veo bien con ropa deportiva”. “¿Y si se me ven más las lonjas?” Un paso contundente para el éxito de tus propósitos de año nuevo es entrenar tu autodíalogo; las formas en las que te hablas y tu capacidad de negociación generarán la neuroquímica necesaria para la construcción de un nuevo set de hábitos de pensamiento.
Recuerda, el camino es retador, sinuoso y sin atajos; no es una línea recta y siempre va a requerir de un gran esfuerzo; pero es posible lograrlo.
#palabradecoach