¿Has sentido que hagas lo que hagas las cosas no te salen bien? ¿Sientes que no encajas? ¿Has pensado que no mereces ese puesto de trabajo, ese ascenso o simplemente tener algún logro en tu vida?
Y entonces empiezas a creer que tu voz no vale, que es mejor callar. La soledad cobra sentido y se convierte en una compañera incómoda.
El síndrome del impostor es una experiencia psicológica que atrapa a muchas personas, más allá de su éxito obtenido o de sus habilidades. En repetidas ocasiones personas de alta gerencia me han confesado que no se sienten merecedoras de estar en ese puesto. Que habitan en el miedo de no ser escuchados porque piensan que sus ideas no son las pertinentes y llevarán al equipo a fallar.
En este escenario las personas, independientemente del puesto laboral, no son capaces de asumir que esas buenas decisiones, esos logros obtenidos son el resultado de sus habilidades o de su esfuerzo. Ya no hay disfrute; se viven sólo en un continuo desgaste y llega el momento en que les impide seguir avanzando; el renunciar se convierte en una opción cada vez más idónea.
Siento que soy un “fraude”, me declaraba un gerente del área de calidad de una empresa automotriz, ¿Imaginas el impacto que esta creencia puede tener en el desempeño de su trabajo y en la responsabilidad social de la marca? Este fenómeno puede ser muy agotador, pero es posible superarlo. ¿Qué estrategias son más efectivas para enfrentar y superar el síndrome del impostor?
- Reconocimiento de Logros
El primer paso para combatir el síndrome del impostor es reconocer y aceptar tus logros. Muchas veces, las personas con este síndrome minimizan su éxito y lo atribuyen a la suerte o a factores externos. Para contrarrestar esto, es útil llevar un registro de tus logros. Anota tus éxitos; recuerda que no son ni grandes, ni pequeños, simplemente “son tus logros”. Revisa esta lista cuando sientas que la inseguridad te invade. El ejercicio te ayudará a recordar que tus habilidades y esfuerzos son reales y valiosos. Irás recuperando la confianza en ti al poner foco en todo lo que has conseguido.
- Compartir sentimientos
El síndrome del impostor es una cárcel que encierra a la persona en sus propias creencias limitantes. ¿Qué tanto te atreverías a hablar sobre tus sentimientos? Esta actividad es realmente liberadora. Compartir tus dudas y temores con amigos, familiares o colegas de confianza puede ayudarte a poner en perspectiva tus pensamientos. A menudo, descubrirás que otras personas también han experimentado el síndrome del impostor y que no estás solo en tus luchas. Abrir conversaciones al respecto puede hacerte sentir el apoyo emocional de quienes te rodean y aliviar la carga que sientes. Te verás como un líder empático.
- Reemplazar el Diálogo Interno Negativo
El diálogo interno negativo puede ser uno de los mayores obstáculos en la superación del síndrome del impostor. Es esencial practicar la autocompasión y aprender a transformar esos pensamientos negativos en afirmaciones positivas y alcanzables. En lugar de decirte que no eres suficiente, intenta reafirmar tus capacidades y habilidades. Por ejemplo, en lugar de pensar “no merezco este trabajo”, puedes decir “he trabajado mucho para llegar aquí y tengo las habilidades necesarias para tener éxito”. El objetivo es habitar el lenguaje de tus logros,
- Establecimiento de Metas Realistas
Fijar metas alcanzables es crucial para construir la confianza en uno mismo. A menudo, las personas con síndrome del impostor se fijan estándares muy altos y se sienten decepcionadas al no cumplirlos. En este escenario es importante tener claro el “para qué” y “no el por qué”. El primero te conectará con tu propósito de vida.
Recuerda establecer objetivos pequeños y alcanzables. Cada vez que logres uno de estos objetivos, tómate un momento para celebrar tu éxito. Esta práctica no sólo refuerza tu autoconfianza, sino que también reduce la ansiedad relacionada con el rendimiento. Es importante que tu amígdala cerebral no se active a tal grado que te genere un exceso de cortisol. Ve sólo un pequeño paso a la vez.
- Por último, no dudes en buscar apoyo profesional. No esperes, si lo necesitas acude con un especialista.
El síndrome del impostor es una prisión solitaria. Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es un ser incompleto; que necesita encajar como una “media naranja” y que la vida sólo tiene sentido cuando pertenecemos o somos reconocidos. Pero no nos contaron que la soledad también nos enseña que no todo el mundo merece nuestra compañía. Prefiere estar con alguien y contigo mismo por elección y no por necesidad o por miedo. Abrir conversaciones es abrir posibilidades.
#palabradecoach