No vayas tras tu meta, conviértete en tu meta; sé tu mismo, tú misma tu propia meta. El vincularte desde tu identidad con aquello que quieres marcará la diferencia en varios aspectos; por ejemplo, en el apego a lo que quieres lograr y, lo más importante, en el sentido de vida que debe generarte ir construyendo tu nuevo personaje en tu nueva historia.
Si la versión de ti mismo, de ti misma, que deseas no te hace levantarte por la mañana, no te emociona, no detona una cascada de sueños, difícilmente podrás tener disciplina; lo más seguro es que termines abandonando tus sueños. Los seres humanos estamos actualmente expuestos a ejercicios dopaminérgicos que nos hacen adictos a un exceso continuo de dopamina.
Las redes sociales están diseñadas para generar pequeñas dosis de dopamina con unos segundos de diferencia cada uno. De tal manera que si tu cerebro no recibe la dosis a la que ha sido acostumbrado, te hará renunciar a las primeras de cambio. Las redes sociales no son malas si controlas tu tiempo exposición a ellas. El principal reto para que te transformes en tu meta es que te conviertas en un ser escindido, dividido entre aquello que quieres y lo que realmente te puedes permitir ser.
Imagínate en medio de dos cuerdas que tiran de ti en direcciones contrarias; una cuerda quiere llevarte a tu meta, y la otra al océano de dopamina que te mantiene en la creencia de que todo es inmediato y fácil de lograr. No toda la vida está a un click de distancia; lo más importante esta al otro lado del esfuerzo.
Vamos por pasos. Ojo, no es receta de cocina. Tus creencias, juicios, emociones, conversaciones y valores conforman todo aquello que eres hoy; por lo tanto, un primer paso es poner foco en tu meta y en específico en cómo es esa versión tuya que implica convertirte en esa meta. Si quieres correr un maratón, primero debes convertirte en un maratonista.
Un buen tip es que tu amígdala cerebral no se entere del cambio de hábitos. ¿Cómo se hace esto? Ve un paso económico a la vez; sólo realiza un cambio pequeño, permite que tu cerebro se acostumbre a éste y realiza otro. Por ejemplo, no te quites abruptamente el pan dulce; ve bajando su consumo paulatinamente y aumentando tus alimentos saludables. Esto es ir convirtiéndote en tu meta.
En este momento debes tener cuidado de tu mente divagante. Tu mente irá del futuro al pasado en una historia autorreferenciada; es decir, todo el tiempo te hablarás de ti; estarás rumiando ideas y muchas de ellas te dirán que no eres capaz de lograr tu meta. Estás ante la Red por defecto. Es una mente y un cerebro en piloto automático que está relacionada con tu sentido de vida y su calidad. Para contrarrestarlo puedes hacer ejercicios de meditación; si se te dificulta, si te pone de nervios meditar; empieza por practicar el no dialogar con tu propia voz interna. ¿Es retador? Puede llegar a serlo, sobre todo al principio.
Otro paso es adaptar tu estilo de vida actual a las acciones que deberán convertirse en hábitos. No luches contra ti y tu estilo de vida; conviértete en tu principal aliado o aliada. Por ejemplo, si no eres muy visual tal vez eres auditivo; escucha podcast audiolibros o sólo el audio de algunos videos. Para ello deberás estar consciente de cómo funcionas y adaptar tu actual versión a los nuevos cambios que te convertirán en tu meta.
Te invito a preguntarte: ¿cuál es el valor detrás de tu meta? Es decir, qué es aquello que en verdad mueve el deseo de lograr aquello que dices querer. Con base en la respuesta, ¿es pertinente convertirte en esa versión de ti?
#palabradecoach