Tus pensamientos: esa película habitable

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Como te he comentado en columnas anteriores, los pensamientos conforman nuestra manera de narrarnos en todo lo que nos sucede.

Ya sabes, de los 60 mil pensamientos que tenemos al día, en promedio, el 5 por ciento son conscientes y el resto inconscientes. Las decisiones no siempre las tomamos desde el mejor lugar ni en la mejor de las circunstancias.

Sabías que nuestro cerebro tiene la capacidad de captar sólo el 5% de la información que recibe, y esto no es todo; dicha información se mezcla, por así decirlo, con nuestra memoria. ¿Y esto qué significa? Pues nada menos que la historia que nos contamos la reconstruimos desde los sentidos, con base en ese 5% de la información que recibimos y decodificamos y aderezamos tal historia con nuestros recuerdos; las experiencias que antes habíamos vivido.

¿Y esto cómo se vive en la vida cotidiana? Cuando un atleta está ante una situación deportiva como: cobrar un penal, correr los 100 metros, iniciar una competición, etcétera, su mente recuerda todo lo que pensaba, sentía, se decía, incluso, hasta el aroma que percibía. Por lo tanto, no es que ese atleta recordara un hecho similar, más bien vuelve a vivir la experiencia de cómo se contó y vivió tal evento.

Todo lo anterior se adapta al personaje que es el atleta en ese momento específico del evento deportivo. Todo para el cerebro debe ser coherente, y en pro de ello, la historia que se cuente no necesariamente tiene que ser verdadera. En este contexto tu cerebro puede cambiar un recuerdo en específico para contártelo de otra manera; así que podrías jurar que la afición te aplaudió, cuando en verdad te estaban abucheando para que fallaras el tiro decisivo.

Por esto es importante el entrenamiento mental; porque el cerebro se fija más en todo aquello que construimos en nuestro pensamiento, que en lo que ocurre “realmente” en el entorno.

Recuerdo en una ocasión en un partido de fútbol, que el entrenador le exigía de igual forma a dos jugadores que disputaban la misma posición; sin embargo, había una diferencia; el jugador uno se decía que el entrenador no lo quería en el equipo y que buscaba cualquier pretexto para sacarlo y hacerlo quedar mal. Además, este jugador relacionaba al entrenador y sus exigencias con la forma en la que su padre se comportaba con él cuando era un niño. Obviamente, el jugador no rendía en el campo y solía equivocarse mucho.

Por potra parte, estaba el jugador dos; éste se contaba una historia diferente: -El entrenador me exige porque sabe que puedo dar más. – Se decía. La forma en que procesaron la historia que se contaban fue el fiel de la balanza para crear al personaje que eran en el momento de la competencia ante las mismas circunstancias. ¿Te has preguntado quién eres en la historia que te cuentas? ¿Qué construye tu historia?

Tus pensamientos son propuestas narrativas, sólo eso; y desde aquí interrelacionamos con nuestras historias, desde nosotros mismos y también con las historias de las demás personas con quienes interactuamos. El mundo que nos rodea es como lo piensas y también es como es, más allá de ese pensamiento creativo. Aquí es pertinente la idea: somos seres lingüísticos y habitamos en el lenguaje.

Los estudios de neurociencia nos afirman que al cerebro le llegan inputs a través de los sentidos y con base en ello construye las historias de las que aquí hemos hablado. Ahora bien, recordemos que nuestros cerebros tienen una programación ancestral de hace muchos miles de años, y que, por tal razón, o sin razón, perciben todo como un amenaza y deciden en función de vida o muerte, de amenaza o no amenaza. Y más ahora en un mundo tan violento.

En este sentido, ¿qué tan habitable es la película de tus pensamientos?

#palabradecoach

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