El cambio no se da en automático sólo porque el calendario marque un año nuevo, ni porque hayas realizado todo un plan estratégico muy detallado; claro el diseñar el plan ayuda, pero te estás olvidando de algo muy importante, tu mindset. Es decir, si tus procesos mentales no se transforman hacia la nueva meta el cambio se dará de forma parcial o temporal. Piensa esto: si antes te transportabas en caballo y ahora lo harás en motocicleta, obviamente hay procesos metales que modificar y trabajar.
Es común que en las empresas se marquen lineamientos y objetivos para un nuevo año, pero para llegar a un lugar al que no habíamos llegado antes necesitamos generar el ambiente del camino y la meta en nuestras mentes. ¿Pero qué significa esto? ¿Cómo se ve en el día a día en el trabajo? ¿Desde qué actividades o indicadores precisos puedo medir el mindset de cambio?
La transformación mental es como un renacer: “Se nace dos veces, una por manos ajenas, la otra por decisión propia. Una es un acontecimiento de la naturaleza, la otra es un acontecimiento espiritual. El primer nacimiento es la salida del cuerpo materno hacia el mundo exterior. El segundo nacimiento es el ingreso a la propia esencia.” Harab Elimelj Bar Shaúl.
Vayamos entonces paso por paso. Para apropiarte de una nueva meta debes dejar el modelo de pensamiento anterior. Esto implica generar una nueva red neuronal y no será de la noche a la mañana que lo puedas lograr. Tu mindset anterior tiene una gran carga de dopamina, contraria a la de tu nuevo mindset que tiene muy poca dopamina. En pocas palabras estás “esculpiendo tu cerebro” como dijera Ramón y Cajal.
Te encuentras recién despegando, tomando vuelo; entonces es momento de echar mano de tu disciplina para tirar hacia tu meta mientras tus viejos hábitos de pensamiento tiran hacia atrás. No lo tomes a mal, sucede que tu cerebro tiene como principal función mantenerte con vida y para ello necesita enfocar la energía a tal tarea. En tu cerebro se estará dando un gran cambio; neuroplastía le llaman. Redes Hebbianas se estarán transformando para generar el nuevo conocimiento.
Independientemente de cuál sea tu función en la empresa eres, en este momento de aprendizaje, un hombre o una mujer de negocios. No me refiero a tu competencia en el mercado ni a tus proveedores; la principal negociación es con tu cerebro. Como decía líneas arriba, la disciplina entra a escena.
Hace unos días me topé con una genial descripción de la disciplina: “es la mayor forma de autorrespeto; es ignorar lo que quieres ahora para conseguir lo que quieres en un futuro cercano; revela tu compromiso en esos momentos en lo que no quieres continuar.” Desconozco el autor.
En este escenario de gran transformación y negociación las emociones pueden arrebatarte el poder de la situación. Toma en cuenta que “una emoción es la intersección entre grados de placer y grados de energía. Poco placer igual poca energía y viceversa.” Afirma el biólogo Estanislao Bhachrach. Las emociones vienen asociadas a la interpretación de lo que sucede; es entonces que gestionar adecuadamente el sistema de creencias, juicios, conversaciones y emociones se convierte el hábitat donde todo sucede, independientemente de que logres tu meta o no.
¿En qué palabras habitas respecto al cambio? ¿Qué emociones están asociadas a esas palabras? ¿A qué te invitan? Es decir, ¿qué acciones implican? Y ¿Qué acciones consideras que sí puedes cambiar? Todo esto te lleva a transformar tu lenguaje; la forma en la que asimilas al mundo. Tal vez estés sólo ante una meta empresarial; pero tu oportunidad de transformación puede llegar a ser una experiencia realmente profunda; de gran autoconocimiento.
Esta es la continua invitación de la vida: deconstruirnos y renacer en un nuevo personaje, en una nueva historia, sin perder nuestra identidad ni nuestro hilo narrativo.
“El pensamiento condiciona la acción; la acción determina el comportamiento, el comportamiento repetido crea hábitos; el hábito estructura el carácter y el carácter marca el destino.” Aristóteles. ¡Feliz y transformador 2025!