El cerebro humano se vive entre la imaginación del futuro y los recuerdos. Muy pocas veces estamos en el presente; y en este ir y venir hay mucho diálogo interior. Según estudios de neurociencia esta lengua mental está auto referenciada; es decir, yo soy el protagonista de los cuentos que me cuento o yo soy el narrador omnisciente que todo lo ve y todo lo sabe; entonces afloran los juicios y las creencias. Esto refleja la construcción del Yo, ese lugar desde el cual se toman decisiones en una cancha, en un entrenamiento y en todas las áreas de la vida.
Lo anterior se vuelve en extremo retador si ubicamos al deportista en un escenario estresante; una competencia, por ejemplo. Podría parecer una idea descabellada el exigirles que mantengan el foco mental durante todo el partido y en especial en las jugadas clave; sin embargo, estar en el aquí y en el ahora es determinante para obtener resultados importantes en el deporte y también en la vida, insisto.
La situación se complica más si hablamos de un deporte de conjunto. Imagine toda la marea mental de un sólo cerebro y póngalo con otros 21 mares agitados en un rectángulo de pasto; agregue etiquetas históricas: Tigres vs América, por sólo mencionarlos; póngalo en un contexto: una semifinal del fútbol profesional femenil, y tenemos más que un partido de fútbol.
A todo lo anterior aumente lo que se espera de cada atleta; lo que ellas creen que los demás esperan de su rendimiento; la autoexigencia; lo que se dicen del rival; la confianza que es una montaña rusa con grandes cuestas, grandes cúspides y descensos vertiginosos. En un instante hacen una gran jugada y en un pestañeo pueden estar en el peor de los momento emocionales y psicológicos del partido. De esto puede dar fe la guardameta del América femenil, Sandra Paños, que desde la presión mental y emocional rebotó un balón en Thembi Kgatlana.
Es aquí, donde aparece de la nada un momento crucial que exige mantener la mente enfocada. Sandra Paños, guardameta mundialista con España en el 2019; jugadora experimentada, 32 años, sabe de la presión en escenarios internacionales; guardameta del club América… En una abrir y cerrar de ojos todo su historial se ve opacado por una mala decisión producto del estrés. Casi al medio campo intenta despejar el balón ante una rival muy cercana. El instinto de supervivencia toma la decisión de mandar el balón lejos para conjurar el peligro; pero el resultado termina con un gol en contra.
Desde la comodidad de un sillón parece fácil ver las diversas opciones que Paños con su experiencia tuvo; pudo enganchar el balón y despejar con relativa tranquilidad; pudo no salir tanto y confiar en que la defensa hiciera su trabajo; esto y muchas jugadas más; pero el hubiera ciertamente no existe. El entrenamiento mental puede verse superado en cualquier momento.
En este caso, el foco mental debería haber empezado antes; estar atentos y concentrados en el terreno de juego implica una lectura de las posibles jugadas; es decidir desde la confianza, desde el concepto de equipo. Al parecer Paños no confió en su compañera defensa que le correspondía marcar a Thembi Kgatlana; tanto que ella misma decidió ir a disputar ese balón.
Sin embargo, el error masivo inicia antes; desde un cobro en tiro de esquina a favor del América. Las Águilas tenían una oportunidad de gol obviamente en el área contraria; pero el balón terminó en su propia meta. El error es un relato de malas decisiones y la historia de este relato no inicia, ni termina con la guardameta Paños; arranca desde el parado en el tiro de esquina a favor de las americanistas.
En otras palabras, sustancias como la adrenalina, la acetilcolina y la dopamina entran en juego a nivel cerebral. La adrenalina da la energía inicial de alerta previa a la decisión que se transformará en acción. El siguiente paso es la dirección, ¿hacia dónde llevamos toda esa energía? La acetilcolina se encarga de llevar la energía hacia un objetivo específico en el juego: marcar a un contrincante, moverse sin balón, desbordar, rematar a gol, etcétera.
Para cerrar la triada aparece la dopamina que detona toda la película; es como el grito de “Acción” de un director de cine. Estos neurotransmisores son los protagonistas de la atención; del foco mental. En este contexto aparece el factor humano; por más que nos preceda una gran historia de éxitos y que se entrene el foco mental no obtendremos resultados satisfactorios al cien por ciento; y más si se trata de un deporte de conjunto.
Es un hecho que en una avalancha ningún copo de nieve se cree responsable.
#palabradecoach.